Es un verdadero espectáculo, por el trabajo que conlleva y las dimensiones y belleza que ofrece: hablamos del festival de hielo de Harbin, inaugurado el pasado 5 de enero en el norte de China.
Se celebra desde el año 1985 en esta zona de China con marcada influencia rusa (fue reconquistada por Rusia tras la ocupación japonesa en el año 1945 y anteriormente, durante la guerra civil rusa, el llamado ejército blanco tomó la ciudad), tanto en sus construcciones (Harbin llegó a tener hasta 14 iglesias ortodoxas), como en la gastronomía, tanto es así que se la llama la “Moscú de Oriente”. En Harbin la población china puede adquirir el afamado vodka ruso o las famosas matriuskas, algo que no se consigue con facilidad en otras partes del país. A nivel monumental destaca la Catedral ortodoxa de Santa Sofía, construida en el año 1907 coincidiendo con el término de las obras del ferrocarril Transiberiano.
Pero volviendo al festival de hielo de Harbin, que durará unos tres meses, en la inauguración se pudieron admirar gigantescos monumentos creados con agua helada, una preciosa réplica de la estación de ferrocarril local, además de un castillo de 51 metros de altura que se ha alzado con el título de la edificación de nieve más alta y más grande del mundo, en el que han trabajado 160 personas y se han utilizado 35.000 metros cúbicos de hielo y ocupa 2.800 metros cuadrados.
Durante el festival son habituales las bodas en grupo sobre el hielo, además de campeonatos de esculturas de nieve y actividades deportivas a temperaturas extremas, como las pruebas de natación a 30 grados bajo cero. Toda una hazaña que parece atraer a los miles de turistas que se acercan a sorprenderse en el festival de hielo de Harbin.
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